La Asociación 16 de Abril, que agrupa a los carlistas legitimistas de los pueblos de Las Españas, ante la reciente propuesta del Grupo Municipal del Partido Popular de Bilbao respecto al callejero de esta ciudad, quiere manifestar lo siguiente:
1) Si bien esta propuesta del Partido Popular de Bilbao de borrar los nombres de Tomás de Zumalacárregui, Dolores Ibárruri y Sabino de Arana ha sido retirada a las pocas horas de ser presentada a la Alcaldía en base al criterio de “porque hay otras prioridades”, no podemos dejar de mostrar nuestra preocupación ante lo que es una nueva manifestación del franquismo mal llevado que persiste entre muchos dirigentes del Partido Popular.
2) La misma redacción de la proposición presentada, desde el inicio hasta el final, solamente puede ser entendida como un insulto a la memoria histórica del pueblo vasco. El legitimista Zumalacárregui, la comunista Ibárruri y el independentista Arana, cada uno en su particular ámbito ideológico, son figuras fundamentales de tres movimientos sociales, el carlismo, el obrerismo y el nacionalismo, sin los cuales no se entiende la Historia del País Vasco.
3) No podemos dejar de recordar que entre el Partido Carlista de Euskalherria (EKA), el Partido Comunista de España (PCE) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) existe un importante denominador común que al mismo tiempo diferencia a estas tres organizaciones políticas respecto al Partido Popular. Durante la época franquista carlistas, comunistas y nacionalistas participaron y convergieron en la lucha por las libertades democráticas, compartiendo espacio en diversas plataformas unitarias. Mientras tanto Manuel Fraga, ministro de Gobernación cuya responsabilidad en los crímenes de Montejurra 76 nos resultad imposible de olvidar, y otros muchos fundadores del Partido Popular ocupaban cargos directivos en el régimen de la dictadura. ¿Detrás de esta propuesta se esconderá, por tanto, alguna clase de complejo histórico?
4) Las declaraciones demagógicas del neoliberal Luis Eguiluz, portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Bilbao, contraponiendo y reivindicando la figura del general liberal Espartero frente a Zumalacárregui, en relación al sitio de la ciudad, tampoco deben pasar desapercibidas. Las elites caciquiles siempre tienen claro de dónde vienen, cual es su “memoria histórica” como casta, y la cúpula directiva del Partido Popular de Bilbao no es una excepción en ese sentido. Resulta muy clarificador que Eguiluz se recuerde de quien fue uno de los verdugos de las libertades forales de Euskal Herria y de Cataluña, mientras que en cambio se atreve a comparar a un incuestionable líder popular como Zumalacárregui con la Legión Cóndor.
5) Como dato histórico de interés, también queremos señalar que tanto Dolores Ibárruri como Sabino de Arana eran hijos de legitimistas leales a Carlos VII. Ambos conocieron los ambientes del carlismo vizcaíno, deprimido tras la derrota bélica de 1876 y la imposición definitiva de un nuevo orden socio-político, terriblemente centralizador y privatizador, donde no había espacio ni para los fueros ni para los comunales. Aunque su trayectoria biográfica pronto los alejaría de esos círculos, siempre mantuvieron, cada uno a su manera, una identificación primaria y emocional con su tierra, sus gentes y su historia. Y es que más allá de la historiografía liberal, siempre es bueno estudiar aquello que Miguel de Unamuno definía como “el carlismo popular, con su fondo socialista y federal, y hasta anárquico”.
1) Si bien esta propuesta del Partido Popular de Bilbao de borrar los nombres de Tomás de Zumalacárregui, Dolores Ibárruri y Sabino de Arana ha sido retirada a las pocas horas de ser presentada a la Alcaldía en base al criterio de “porque hay otras prioridades”, no podemos dejar de mostrar nuestra preocupación ante lo que es una nueva manifestación del franquismo mal llevado que persiste entre muchos dirigentes del Partido Popular.
2) La misma redacción de la proposición presentada, desde el inicio hasta el final, solamente puede ser entendida como un insulto a la memoria histórica del pueblo vasco. El legitimista Zumalacárregui, la comunista Ibárruri y el independentista Arana, cada uno en su particular ámbito ideológico, son figuras fundamentales de tres movimientos sociales, el carlismo, el obrerismo y el nacionalismo, sin los cuales no se entiende la Historia del País Vasco.
3) No podemos dejar de recordar que entre el Partido Carlista de Euskalherria (EKA), el Partido Comunista de España (PCE) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) existe un importante denominador común que al mismo tiempo diferencia a estas tres organizaciones políticas respecto al Partido Popular. Durante la época franquista carlistas, comunistas y nacionalistas participaron y convergieron en la lucha por las libertades democráticas, compartiendo espacio en diversas plataformas unitarias. Mientras tanto Manuel Fraga, ministro de Gobernación cuya responsabilidad en los crímenes de Montejurra 76 nos resultad imposible de olvidar, y otros muchos fundadores del Partido Popular ocupaban cargos directivos en el régimen de la dictadura. ¿Detrás de esta propuesta se esconderá, por tanto, alguna clase de complejo histórico?
4) Las declaraciones demagógicas del neoliberal Luis Eguiluz, portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Bilbao, contraponiendo y reivindicando la figura del general liberal Espartero frente a Zumalacárregui, en relación al sitio de la ciudad, tampoco deben pasar desapercibidas. Las elites caciquiles siempre tienen claro de dónde vienen, cual es su “memoria histórica” como casta, y la cúpula directiva del Partido Popular de Bilbao no es una excepción en ese sentido. Resulta muy clarificador que Eguiluz se recuerde de quien fue uno de los verdugos de las libertades forales de Euskal Herria y de Cataluña, mientras que en cambio se atreve a comparar a un incuestionable líder popular como Zumalacárregui con la Legión Cóndor.
5) Como dato histórico de interés, también queremos señalar que tanto Dolores Ibárruri como Sabino de Arana eran hijos de legitimistas leales a Carlos VII. Ambos conocieron los ambientes del carlismo vizcaíno, deprimido tras la derrota bélica de 1876 y la imposición definitiva de un nuevo orden socio-político, terriblemente centralizador y privatizador, donde no había espacio ni para los fueros ni para los comunales. Aunque su trayectoria biográfica pronto los alejaría de esos círculos, siempre mantuvieron, cada uno a su manera, una identificación primaria y emocional con su tierra, sus gentes y su historia. Y es que más allá de la historiografía liberal, siempre es bueno estudiar aquello que Miguel de Unamuno definía como “el carlismo popular, con su fondo socialista y federal, y hasta anárquico”.
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